Desde la llegada de los nazis existe una forma de pensar que argumenta como el arte moderno, nos ha traído a una degeneración de la sociedad. Si bien este pensamiento comienza o quizás podríamos decir que tiene comienzo en la Segunda Guerra Mundial, hoy en día es un pensamiento que todavía es argumentado por Boomers, Millenials e incluso incels Gen Z.
Reflexionar y pensar en una degeneración de la sociedad por el arte o cultura que las personas consumen suena más a una falacia que un argumento a favor de volver a nuestros medios tradicionales de arte, obras donde el arte debe miméticamente representar la pura vida y los placeres que nos da esta. Es fácil opinar que porque las cosas están técnicamente bien hechas, ya sea a través de un hiperrealismo, o una composición musical, grandiosa, barroca; son “superiores”.
Pensar en esto nos hace creer que existe un gran arte, y un menor arte. Cosa que se define a través del uso de técnicas e instrumentos tradicionales. Sin embargo, expresar pensamientos y la misma creatividad se ve limitada por las habilidades técnicas del artista para reproducir la realidad. Hasta la llegada del Neoplasticismo.
El neoplasticismo es una corriente artística que busca ser parte de la vida moderna, despojándose de elementos “reales”. Esto mediante la abstracción geométrica. Las obras neoplasticistas creadas por Piet Mondrian, son obras compuestas a base de cuadrados, líneas y colores primarios. Estas composiciones no buscan transmitir un mensaje que reconozcamos en nuestra realidad, porque no son el reflejo de esta. En estas obras la habilidad técnica no necesita años de estudios de anatomía para acompañar a las personas en la vida moderna. En especial con la llegada de la revolución industrial.
Este alejamiento de la mimesis, nos abre la puerta a maneras de pensar y apreciar el arte que no cuadra con muchas personas. Es solamente a través del entendimiento del contexto en el que se crea que las personas pueden llegar a entenderlo, y aun así es una experiencia completamente subjetiva. Apreciar este arte urbano implica ver más allá de las habilidades técnicas y lo que es uso “correcto” de la creatividad.
Este pensamiento nos hace creer que existe un gran arte y un arte menor, lo cual se define a través del uso de técnicas e instrumentos tradicionales. Sin embargo, expresar pensamientos y creatividad se ve limitado por las habilidades técnicas del artista para reproducir la realidad, hasta la llegada del diseño gráfico vanguardista.
El diseño gráfico vanguardista es un movimiento artístico que busca formar parte de la vida moderna, despojándose de elementos “reales”. Esto se logra a través de la abstracción geométrica y la experimentación en el diseño. Las obras vanguardistas en diseño gráfico desafían la necesidad de imitar la realidad y, en su lugar, crean una experiencia visual única que no se refleja en nuestra realidad cotidiana. En estas obras, la habilidad técnica no necesita años de estudio de anatomía para acompañar a las personas en la vida moderna, especialmente en la era de la revolución industrial.
Este alejamiento de la mimesis nos abre la puerta a formas de pensar y apreciar el arte que no coinciden con las de muchas personas. Es solo a través de la comprensión del contexto en el que se crea el arte, la forma en la que las personas pueden llegar a entenderlo, y aun así, es una experiencia completamente subjetiva. Apreciar el diseño gráfico vanguardista implica ver más allá de las habilidades técnicas y el uso “correcto” de la creatividad.
Este movimiento en diseño gráfico también se relaciona con otras áreas de expresión creativa, artística y plástica. La aparición de esta corriente y el odio recibido por los nazis tradicionalistas conservadores del arte se puede comparar con diferentes movimientos artísticos y géneros visuales que enfrentan la crítica de “degenerar” a la sociedad. En este caso, los comparamos para mostrar cómo la expresión creativa se ve limitada por personas atrapadas en pensamientos segregadores, todo en un esfuerzo por controlar lo que las personas consumen en términos de arte y diseño gráfico.
Mucho de este igual lo podemos aplicar a las diferentes concepciones que se tienen del arte en general y no solo del diseño. La falta de aprecio hacia la creatividad es una problemática real que, en muchos casos, nos frenan y no nos dejan progresar, no solo artísticamente, sino social. El uso y fomentar la creatividad de las personas es un aspecto al que no se puede juzgar ni menos preciar como mayor o menor, en especial cuando la ejecución ha sido diseñada hasta el menor detalle.
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