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 Compararse Te Destruye: Cómo las Comparaciones Pueden Desmotivar y Fomentar la Procrastinación

Compararse con otros es algo que todos hacemos, sobre todo en una industria tan visual como el diseño gráfico. Con las redes sociales y los portafolios online, estamos constantemente expuestos al trabajo de otros, y es fácil caer en la trampa de compararnos, especialmente cuando estamos empezando o tratando de encontrar nuestra voz en el diseño. Aunque parece algo inofensivo, las comparaciones pueden convertirse en un enemigo silencioso que mina nuestra motivación y, en muchos casos, nos lleva a procrastinar.

Cuando comparamos nuestro progreso con el de otros, casi siempre terminamos enfocándonos en lo que nos falta, en lugar de reconocer todo lo que hemos logrado. Esto se convierte en una barrera mental que nos dice que nunca seremos “lo suficientemente buenos” o que necesitamos “esperar hasta ser perfectos” para trabajar en ese proyecto que realmente nos emociona. ¿El resultado? Procrastinación. Nos detenemos, dejamos para después esos proyectos que nos harían crecer, y en lugar de dar el paso, caemos en un ciclo de autosabotaje.

Otro aspecto destructivo de las comparaciones es que nos roban la alegría de diseñar y crear. Lo que al principio empezamos con entusiasmo y creatividad, poco a poco se va convirtiendo en una fuente de estrés. La energía que podríamos invertir en explorar nuestro estilo y mejorar nuestras habilidades, la gastamos en preocuparnos por el éxito de otros. Sin darnos cuenta, nos imponemos expectativas imposibles basadas en el trabajo y los logros de personas con contextos y trayectorias completamente diferentes a la nuestra.

A esto se suma el miedo a lo que los demás piensen. Muchas veces, el temor a recibir críticas o a no ser “suficientemente buenos” nos detiene. Pero la realidad es que siempre habrá opiniones sobre nuestro trabajo, buenas y malas, y eso no debería paralizarnos. Aprender a soltar la necesidad de aprobación es fundamental para crecer. Aceptar que no todos verán valor en lo que hacemos nos libera para enfocarnos en lo que realmente queremos expresar y crear. Cada diseño no necesita ser perfecto para los demás; lo importante es que sea fiel a nuestro estilo y visión.

Pero, ¿cómo salir de esta trampa? Una de las cosas que me ha ayudado es recordar que todos los diseñadores tienen su propio ritmo y proceso. Lo que ves en el trabajo de otros no siempre refleja todo el tiempo y esfuerzo que han invertido. También, enfocar la energía en tu propio crecimiento y en marcar pequeños logros personales puede hacer una gran diferencia. Cada paso que das, por pequeño que parezca, es parte de tu evolución como diseñador.

Dejar de compararse no significa ignorar el trabajo de otros o dejar de admirarlo. Es más bien un cambio de mentalidad, en el que eliges inspirarte en lugar de competir. La única comparación válida es con tu versión anterior. En lugar de pensar “¿por qué no soy como ellos?”, cambia la pregunta a “¿cómo puedo mejorar lo que he hecho hasta ahora?”. Al final del día, el diseño gráfico es una carrera de crecimiento personal y profesional; se trata de construir tu propio camino, sin dejar que las comparaciones o la opinión de otros te alejen de tus metas.


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