Espejo interior
A veces, cuando diseño, no estoy simplemente eligiendo colores o tipografías: estoy decidiendo cómo me expreso. Me he dado cuenta de que el diseño gráfico también es una forma de introspección. Cada línea, cada textura, cada espacio en blanco habla no solo del mensaje que quiero comunicar al mundo, sino también de cómo me estoy sintiendo, en qué etapa de mi vida estoy, y qué tanto estoy escuchándome como creadora.
Hacer una auditoría personal de mi trabajo no es fácil, pero es necesaria. Revisar mis propios diseños con mirada crítica pero también compasiva—me ha permitido ver patrones, errores que repito y decisiones que ya no reflejan quién soy hoy. ¿Estoy diseñando por inercia o con intención? ¿Estoy copiando estilos de moda o encontrando mi voz? Son preguntas que me hago a menudo y que se han vuelto parte de mi proceso creativo.
En este camino he aprendido que el diseño gráfico no solo sirve para hacer marcas bonitas o publicaciones llamativas; también puede convertirse en una forma de terapia visual. Una herramienta para observarme con honestidad, evolucionar y crecer. Porque diseñar con propósito empieza por conocerse a una misma.
Comentarios
Publicar un comentario