A veces estar cerca de la grandeza, aunque no la alcances, te vuelve mejor.
En mi caso personal, estar en Diseño Gráfico es una constante competencia sin descanso, hay personas que simplemente parecen de otro mundo, gente que hace todo bien, que brilla con una luz propia, que logra cosas increíbles sin despeinarse (o al menos así lo parece desde afuera); y cuando estás cerca de ellas, es fácil sentirse chiquito, inseguro, inútil incluso.
Pero con el tiempo entendí algo: esas personas no están ahí para aplastarte con su luz, sino para mostrarte cuánto puedes brillar tú. Al final del día, no se trata de alcanzar su nivel, pero eso no significa que no valga la pena intentarlo. A veces, el simple hecho de estar cerca de alguien grande te obliga a sacar lo mejor de vos, te empuja, te inspira, te sacude la mediocridad.
Claro, también está la trampa de compararte, de sentir que tu avance es lento, tus logros pequeños, tu talento escaso, es algo por lo que pasé toda mi vida, claro que el estado de ánimo por situaciones externas afectan. Aún así, hay algo que es muy importante que quien necesite saber esto lo lea, tu mejor esfuerzo es suficiente, en lugar de compararte, ¿qué pasaría si los mirás como referentes y no como rivales?
Hay una magia en rodearte de personas que te superan, si lográs no caer en la envidia ni en la autocrítica tóxica, puedes aprender un montón, porque cada uno tiene su historia, su camino, su ritmo, y tú tienes el tuyo, a veces sólo tratar de alcanzar el nivel de personas excepcionales harán que te vuelvas en la mejor versión de ti mismo que jamás hubieras imaginado.
No se trata de volverte como ellos, sino de volverte en un mejor tú, y eso, al final, es lo único que importa.
Por: Emilio Jiménez
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