Creo que los diseñadores nos obsesionamos demasiado con el producto final, ya que todo gira en torno a ello, en tomar en cuenta aspectos como tener una presentación impecable un resultado limpio funcional y estético, pero en este camino de perfección técnica nos olvidamos de un paso esencial : el valor conceptual y estético de nuestro proceso.
Nuestros bocetos con trazos espontáneos tienen un elemento que los resultados finales no siempre logran: Alma. Ya que está tan lleno de intención aún sin corregir, el un lugar donde la idea da sus pasos iniciales sin efectos o filtros, donde nuestros trazos hablan por sí solos denotando exploración, duda, ingenio. A pesar de no estar terminado es que justamente por ello muchas veces tiende a ser más honesto.
¿Quien determinó que lo inconcluso es menos valioso? Quizás fue la lógica industrial del diseño, donde todo debe tener una estética comercial, un destino funcional y un cliente contento. Lo que nos llevó a la conclusión de que lo incompleto simplemente es una etapa más de algo mucho más grande.
En muchas culturas artísticas ocurre lo contrario, donde se celebra libremente los errores visibles, la experimentación en los trazos crudos. Punto donde un boceto es una declaración de nuestra humanidad.
Asimismo en el diseño gráfico donde estamos condicionados por entregas, expectativas y briefs, deberías permitirnos esa perspectiva, donde el boceto adquiere una relevancia especial con el potencial de ser protagonista, el mensaje, o la obra final. Porque tienen todo el potencial de evocar emociones y conectar con el espectador, mostrando un ritmo propio de exploración.
Además apreciar el boceto también es un acto de desaceleración, donde podemos verlo desde las perspectiva de un recorrido no como una meta puntual.
Claro que, los renders finales tienen su propio lugar de relevancia ya que son necesarios e importantes. Pero quizás es un buen día para preguntarnos si enfocarnos meramente en la perfección del resultado final está matando la magia del proceso, donde propongo darle más relevancia a lo espontáneo e inexacto.
Consideró que vale la pena reivindicar la belleza en lo inconcluso e imperfecto por su capacidad de conectar a través de nuestro lado más honesto y humano.
Por: Fabiola Vallejos
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