Muchas veces creemos que alcanzar cierta meta o ese "ideal" que tenemos en nuestra mente depende de las herramientas que usamos o de los ítems que vamos acumulando. Creemos que una nueva adquisición, un nuevo programa o incluso un nuevo curso, nos acercará a ese estado de dominio máximo.
Entrar tarde a la universidad, significaba estar rodeada de personas que ya habían pasado la fase de conocerse: materias, docentes, nuevos aprendizajes y herramientas juntos. Todo se sentía nuevo; pero no emocionante, sino abrumador. Me sentía fuera de ritmo. Además, caí en una trampa muy común: creer que la herramienta dicta quién eres, cuánto vales y cuán lejos puedes llegar.
Caí en la trampa más común: creer que una herramienta puede definir quien soy y cuanto valgo. Recuerdo con claridad la primera vez que abrí un programa de Adobe. Sentía que si lo dominaba, algo o alguien iba a ponerme alguna puntuación, una voz invisible que me diría: ahora si eres diseñadora. A medida que iba avanzando con mi aprendizaje e iba conociendo nuevas herramientas, también se sumaba mi ego, mis dudas y mi autosabotaje.
No puedo decir que ya lo sé todo, pero sí compartirte lo que he aprendido. Esto es para ti: diseñador en formación, futuro creativo o simplemente alguien a quien este mensaje le haga ruido.
1. Una herramienta no te define.
Tu valor no puede medirse por cuántos programas conoces, sino por la capacidad que tengas de ofrecer soluciones creativas y eficaces. El diseño no tiene un punto de llegada, es un proceso constante.
2. No hay una puntuación final.
Nadie te va a poner una nota definitiva. Nadie tiene porque decirte “ya eres bueno” o “no eres suficientemente bueno”. El crecimiento es interno y personal, no externo.
3. Diseñar también significa desaprender.
La herramienta más valiosa que tienes es tu capacidad de ser curioso, cuestionar, repensar y soltar ese miedo de “no saber lo suficiente” o “no tener x programa”. A veces, tu intuición es más valiosa que cualquier herramienta.
Entrar tarde a la universidad, significaba estar rodeada de personas que ya habían pasado la fase de conocerse: materias, docentes, nuevos aprendizajes y herramientas juntos. Todo se sentía nuevo; pero no emocionante, sino abrumador. Me sentía fuera de ritmo. Además, caí en una trampa muy común: creer que la herramienta dicta quién eres, cuánto vales y cuán lejos puedes llegar.
Caí en la trampa más común: creer que una herramienta puede definir quien soy y cuanto valgo. Recuerdo con claridad la primera vez que abrí un programa de Adobe. Sentía que si lo dominaba, algo o alguien iba a ponerme alguna puntuación, una voz invisible que me diría: ahora si eres diseñadora. A medida que iba avanzando con mi aprendizaje e iba conociendo nuevas herramientas, también se sumaba mi ego, mis dudas y mi autosabotaje.
No puedo decir que ya lo sé todo, pero sí compartirte lo que he aprendido. Esto es para ti: diseñador en formación, futuro creativo o simplemente alguien a quien este mensaje le haga ruido.
1. Una herramienta no te define.
Tu valor no puede medirse por cuántos programas conoces, sino por la capacidad que tengas de ofrecer soluciones creativas y eficaces. El diseño no tiene un punto de llegada, es un proceso constante.
2. No hay una puntuación final.
Nadie te va a poner una nota definitiva. Nadie tiene porque decirte “ya eres bueno” o “no eres suficientemente bueno”. El crecimiento es interno y personal, no externo.
3. Diseñar también significa desaprender.
La herramienta más valiosa que tienes es tu capacidad de ser curioso, cuestionar, repensar y soltar ese miedo de “no saber lo suficiente” o “no tener x programa”. A veces, tu intuición es más valiosa que cualquier herramienta.

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