Vi hace poco un comentario en Reddit que me dejó pensando. Decía: “Para una profesión que se centra en la resolución de problemas y la comunicación, muchos diseñadores tienen pocas habilidades para comunicarse personalmente, y ni siquiera pueden resolver sus propios problemas solos.”
Y por lo que he visto, sí es real y pienso que es algo que debería cambiar
Diseñar es, al menos en teoría, un ejercicio de claridad: tomar un problema, traducirlo visualmente, comunicar algo de forma efectiva. Pero qué pasa cuando esa claridad no existe hacia adentro? ¿Cuando no sabemos estar con nosotros mismos, sin validación externa, sin una reunión que nos sostenga, sin un cliente que nos diga si vamos bien?
Cada vez noto más que hay compañeros que no pueden ni comer solos. Que no soportan una tarde sin ruido, sin compañía, sin interrupciones. Que diseñan para afuera, pero nunca se detienen a mirar hacia adentro. Y no lo digo como juicio, lo digo como síntoma de algo más grande. Vivimos acelerados, muy exigidos. Pero eso no quita que el diseño también necesita momentos de silencio personal, de incomodidad incluso, de estar a solas con la propia cabeza.
Diseñar no es solo mover elementos bonitos en pantalla. Es pensar. Resolver. Proponer algo nuevo. Y para eso, a veces, se necesita estar solo. Sentarse con uno mismo, sin escaparse a otra pestaña. Explorar una idea sin buscar validación inmediata. Comer solo, caminar solo, saber qué me pasa cuando no hay nadie mirando.
No se trata de volverse ermitaño. Pero sí de reconocer que la forma en la que habitamos la soledad dice mucho de cómo enfrentamos los problemas. Y si no podemos estar un rato con nosotros mismos, si necesitamos siempre ruido o compañía para funcionar, tal vez lo que estamos diseñando no viene desde un lugar propio, sino desde una especie de reflejo.
El diseño empieza en uno. En cómo se procesa, se entiende, se organiza internamente. Si nunca pasamos por ese lugar, es fácil perdernos en lo que otros quieren, en lo que se espera, en lo que está de moda. Y entonces no resolvemos nada. Solo replicamos.
No todo el mundo tiene que saber vivir solo. Pero quienes trabajamos con comunicación visual, con ideas, con decisiones sensibles... deberíamos al menos poder escucharnos. Y eso no siempre se logra rodeados de ruido.
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