Banners en cada semáforo, publicidad masiva en Tiktok, en reels de Instagram, jingles en radio, influencers cubriendo eventos, las típicas frases de “Transformación” “Bolivia es ahora” “Viene el cambio”. Y detrás de todo esto, está un equipo de diseño buscando alinear todo para lograr visualmente que el candidato “conecte” y no scrolee.
El artículo Diseño gráfico y propaganda política de Hugo Soy fue algo que me llamó la atención desde el título. A medida que iba leyendo, compartía muchos de los pensamientos que iba explicando. El diseño gráfico fue, y sigue siendo, una herramienta muy poderosa para transmitir ideas políticas y lograr enganchar a los votantes. Pero es un arma de doble filo, ya que casi siempre se trata solo de disfrazar ideas que se vean y suenen bien, promesas al aire que nunca llegan a ser cumplidas.
Estando a casi dos meses de las elecciones generales de mi país (Bolivia), ya se siente la bulla y el caos de cada uno de los candidatos. Son nueve candidatos habilitados (hasta ahora), nuevas alianzas, rupturas de partidos, videos emotivos, campañas lujosas, marchas en la calle, afiches por toda la zona metropolitana, ciudadanos “preocupados” en redes haciendo una campaña sigilosa. Ahí es donde me pregunto: ¿estamos ayudando a comunicar o simplemente estamos creando una ilusión?
Muchos de estos candidatos han olvidado por completo cómo hablarle a la gente de verdad. Se han encerrado en los trends de marketing, las frases genéricas “emotivas” y fotos “cercanas” donde abrazan a un niño indígena, toman jugo en el mercado, o intentan llegar a subculturas juveniles. Toda una performance, todo para verse “parte de”, pero sin preocuparse de las cosas realmente importantes.
Diseñar una campaña política en Bolivia actualmente, no es solo hacer un afiche o un spot. Es construir de cierta forma un “personaje”. Un personaje que casi siempre no existe. Es pensar cómo hablará, cómo responderá, cómo se vestirá, qué provocará. Y ahí sale nuestra parte moral y ética: ¿realmente estamos ayudando?
No se trata de decir que el diseño gráfico es malo o que no debe ser parte de la política. Todo lo contrario. El diseño tiene el poder de conectar, de hacer que ideas complejas se logren entender mejor(dentro y fuera de áreas metropolitanas), de crear puentes entre los políticos y la ciudadanía. Pero cuando se usa solo para vender una imagen vacía, pierde todo su valor.
Es una alerta, porque cada vez más hay gente del área del diseño gráfico vendiendo un “personaje” falso solo porque tiene una buena paga, pero no se ve una reflexión de: ¿A quién estás ayudando? ¿Qué estás construyendo con tu diseño? ¿Una mejor Bolivia o una mentira bien presentada?. Hay una línea fina cuando diseñamos dentro de las campañas políticas, podemos usar nuestra creatividad para comunicar ideas reales, propuestas concretas, para acercar al candidato con su gente. O podemos usarla para generar una ilusión bonita, una fachada.
Entonces, la pregunta no es solo qué tipo de diseño vas podrías hacer en la próxima elección.
La pregunta real es:
¿Qué tipo de diseñador quisieras ser en la historia de tu país?
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