Lenguaje para hackear cultura
El diseño gráfico no existe en una burbuja. Se alimenta de lo que pasa en la calle, en la música, en la ropa, en las paredes llenas de grafitis. Últimamente me he dado cuenta de cuánto influye el hip hop y el streetwear en la forma en que diseñamos hoy. Ya no se trata solo de estética, sino de actitud, de romper reglas, de mostrar de dónde venimos.
El hip hop nació como resistencia. Desde sus inicios, fue una forma de expresión para comunidades marginadas. Y su gráfica también gritaba. Tipografías fuertes, ilustraciones caóticas, texturas urbanas, colores que no piden permiso. Todo eso se ha colado en muchos diseños que vemos ahora en redes, marcas y campañas. Incluso en proyectos estudiantiles.
Lo mismo pasa con el streetwear, que antes era simplemente “ropa cómoda con estilo”, y ahora es toda una identidad visual. Marcas como Supreme, Stüssy o Off-White no solo venden ropa, venden una forma de pertenecer. Y el diseño gráfico que las acompaña lo dice todo: rebeldía, ironía, cultura pop remixada.
Pero lo que más me inspira no está en Nueva York ni en París. Está aquí, en Bolivia. Hace poco conocí por las redes sociales a las cholitas skaters del colectivo ImillaSkate. Son mujeres que andan en skate por las calles con sus polleras, trenzas, aguayos y tablas decoradas con colores que saltan a la vista. No se disfrazan de nada, no copian una estética ajena. Toman el skate, lo cruzan con su identidad y crean algo nuevo. Algo que también es diseño.
Porque eso también es diseño gráfico: cómo mezclamos símbolos, estilos, referencias. Cómo resignificamos lo visual. El look de las cholitas skaters es más impactante que muchos afiches que veo en Behance. No solo porque se ve bien, sino porque tiene un mensaje: "sí, soy indígena, sí, soy skater, y no tengo por qué elegir una sola cosa para encajar".
Diseñadores como Virgil Abloh, que vino del mundo del hip hop y creó Off-White, decían que el diseño era “un lenguaje para hackear la cultura”. Creo que eso está pasando aquí también. No desde una gran agencia, sino desde el barrio, desde las pistas de skate, desde las calles empedradas de El Alto.
A veces siento que como diseñadores nos falta mirar más afuera de la compu. Hay un montón de referencias vivas en la calle, en las personas que combinan tradición con rebeldía, en las culturas que no necesitan permiso para expresarse. Y eso también es inspiración.
¿Será que estamos diseñando cosas que se ven lindas, pero no dicen nada? ¿O nos animamos a mezclar lo que somos con lo que hacemos, cómo lo hacen ellas?
Escrito por: Celeste Salazar
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